LA CUARTO BATE


Desde el blicher de la vida

Alguien dijo que “el béisbol es la vida”. Por eso, nos quedamos sin aliento cuando nos hacen el último out en el noveno inning del afecto y la pasión.  

     Ante el dolor y la pena que pican y se extienden como una súbita emboscada al corazón, nos refugiamos solitarios en el tranquilo rincón del dogout de los sueños quebrados.

     Entonces pensamos en el cuerpo exquisito de la Cuarto Bate, en su rostro inmaculado que nos arrebata; pensamos en la miel seductora de su piel que inventa nuestra lengua, en el fuego sagrado que atiza su vientre, en el fecundo repetirse de sus adioses y sus bienvenidas.  

     Bajo el misterio impune de sus ojos y el conjuro de sus labios, soporto la incertidumbre de mi turno al bate. Estoy parado en el jón. Con el uniforme deshilachado, ocupo mi lugar con la cuenta en tres y dos, con mis amaneceres y mis confusas puestas de sol.

    Sólo la Cuarto Bate conoce de mis fracasos y mis triunfos ante el ensueño de las curvas indefectibles de su cuerpo. Sobre la grama del campo de juego duermen mis esperanzas y mis pesadillas: definitivamente la vida y el amor son como el béisbol.

    Repartido en mi azar, canto play ball y escribo estas palabras, para descifrar los lanzamientos evasivos y curveros de la culpable de mis irreverencias y mis melancolías: La Cuarto Bate, la mujer de mis sueños.



La Cuarto Bate

Tú, la cuarto bate,
la que me tiene
en el círculo de espera,
la que me deja
con la carabina al hombro.

Tú, la cuarto bate,
la que me domina
con su curva infalible,
la que me tiene
bateando flaicitos al cuadro.

Tú, la cuarto bate,
la que desde el bullpen
de los sueños
me lanza besos traicioneros
pegados a los codos.

Tú, la cuarto bate,
la que me envía señales difusas
desde el dogout
donde duermen mis esperanzas
y mis pesadillas.

Tú, la cuarto bate,
la que me hace out de calle
cuando voy a la conquista
de la antesala de su cintura,
la que me tiene en una angustia
que pica y se extiende
por el campo de juego
de mis sueños quebrados.

Tú, la cuarto bate,
la que en el spring training
del amor
intenta escaparse
como un rolling entre las piernas.

Tú, la cuarto bate,
solamente tú,
eres la culpable
de todas mis angustias
y todos mis quebrantos,
cuando me paro en home
ante el abismo secreto
de tu zona de strike.


           Vidal Chávez




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