OLVIDO


Ese miércoles se levantó más temprano que nunca. Cómo la bombilla de la habitación estaba quemada, tuvo que moverse a tientas entre las penumbras del cuarto e inició una tenaz búsqueda.

La buscó en la mesita de noche, en el escaparate, en el maletín ejecutivo, por debajo de la cama. Escudriñó los bolsillos de la camisa, las faltriqueras del pantalón, la cartera, la botella de ron, los zapatos y la papelera.

Registró todo el cuarto y no la encontró. Exhausto y abatido, de nuevo se echó en la cama a recordar dónde había dejado su cabeza la noche anterior. 

Vidal Chávez López

 








Comentarios