TRES POEMAS DE VIDAL CHÁVEZ LÓPEZ

 Hoy 08 de septiembre de 2020, se cumplen 12 años de la partida física de Vidal Chávez López. Como un ejercicio de memoria amorosa, compartimos con ustedes tres de los textos de su poemario inédito "Los juegos del Bienaventurado".


DAMA

 

        Uno lleno de esperanza mira su rostro,

la vida que transmite su silencio

y descubre que su nombre

es fábula,

presagio,

instantánea claridad,

plegaria

y todos los sortilegios

que le asigna el misterio oculto de sus ojos.

 

La conocí un día encandecido

por revuelta y soles.

La encontré desvaneciendo

el galope desbocado

de mis caballos impetuosos.

Así supe de sus sueños y de su escalofrío.

 

Uno sabía

-“desde mucho antes,

leyeron en la palma de mi mano

las líneas de mis bienes y mis males”-

que su transparencia remitía

a la placidez de su aliento,

a la suave humedad de sus muslos.

 

En la pureza de su cuerpo

hay impredecibles mensajes.

Hay la fuerza henchida

de un río subterráneo

que calma desvelos

con infatigable serenidad.

Miro su rostro a una distancia de años

y siento el pálpito de su cuerpo

cautivado en el acertijo

de secretos enroques.

 

La miro otra vez

y no le pido que diga una palabra

porque el silencio

nos convierte en visionarios.

Usted no necesita hablar

para que adivine

lo que quiere decir

y comience a escribirle un poema

en la región abordable

del tablero de su asombro.

  


 

 

SALTO

 

Siempre amaneces

henchida de tempestades

con tus senos rebotando

como balones resplandecientes 

en el ardor de tu cuerpo.

 

Cuando camino hacia ti

no incurro en falta.

No escucho

el silbido frágil

inoportuno

de los que oscurecen

tu perfume carmíneo

las revelaciones

el jardín secreto de tus ojos.

 

Eludo

    salto

          vuelo

me mantengo

huracanadamente tierno

ante la conquista

de tu cesta-cuerpo

que me ofreces

   desplegada

       desbordante

           consagrada

                sin límites

hasta la eternidad.

 



 

ROUND

       

No puedo traspasar

clamoroso mis límites

Giro como columpio de verbena

en un eterno round de estudio

sin distancia

adolorido por el misterio

de tus golpes bajos.

 

Estoy contra las cuerdas

de mi propia esquina

caigo

a la  lona

sin cuenta de protección

ruedo desprovisto

como bolita de naftalina

cuidando el ropaje

la oscuridad de la noche.

 


 

 

 

 

 


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