El alza en
los índices de precios que cada año experimentan las matrículas y las
mensualidades de los colegios privados produce en la inmensa mayoría de padres
y representantes un verdadero “paquete de lágrimas inflacionarias”.
Nadie puede esperar algo distinto a este
lamento borincano, pues el incremento abrupto y brutal de los montos anuales
que aprueban las juntas monetarias de estas escuelas keynesianas ha convertido
a los centros educativos en genuinas instituciones financieras o fuertes
economías emergentes. De tal manera, los colegios privados cambiaron los
pupitres por lujosas mesas de dinero, en las que sólo tendrán derecho a
sentarse aquellos estudiantes cuyos padres posean chequeras con un saldo
positivo o el aval de la banca internacional.
Visto
así, no cabe duda que este tipo de institución educativa-financiera jamás podrá
obedecer a las directrices del
Ministerio de Educación, sino que estarán adscritas al Fondo Monetario
Internacional, al Banco Mundial, al Banco Interamericano de Desarrollo y a Wall
Street.
Ante
esta terrible realidad, los alumnos ya no recibirán clases de ortografía, sino
cursos intensivos para mejorar las letras de cambio que escribirán en cuadernos
de papel moneda. Con carácter obligatorio, se exigirá a los colegiales que sólo
estudien en libros de contabilidad. El peso de los estudiantes será comprobado en
balanzas de pago o balanzas cambiarias. La talla será determinada por el
crecimiento económico familiar. Dejará de hablarse de horarios de clases, para
adoptar el término de ciclo normal de operaciones.
Los
propietarios de estas casas de corretaje educativo determinarán las tasas de interés,
con la finalidad de que los alumnos puedan cumplir con las unidades crédito del
programa de conversión y reconversión fijado por la Zona Franca Educativa, con
sede en Fedecámaras. Los colegiales acudirán a clases portando carteras de fideicomiso,
donde llevarán bonos del tesoro y el registro de las notas de cuentas por pagar.
Para entrar al salón de clases, los alumnos tendrán que identificarse ante los
profesores con sus respectivas cédulas hipotecarias, certificado de origen, su
número de RIF y NIF.
Según el
movimiento bursátil que registre la caja del
plantel, el alumnado podrá circular como activo líquido por los pasillos de los
centros educativos. Las estudiantes más coquetas podrán lucir en su cuello
cadenas comerciales, debajo del uniforme podrán llevar suntuosos fondos de capital
de riesgo, de inversión, mutuales o fondos consolidados, y en sus franelas
lucirán los encajes monetarios de la entidad bancaria de moda. En las
competencias atléticas intercolegiales, únicamente podrán participar los
estudiantes con credenciales de corredores de bolsas o de seguros.
En
Física ningún el concepto de corriente alterna será sustituido por el de cuenta
corriente. Aquellos alumnos que estudien temas del área audiovisual, contarán
con cámaras de comercio y cámaras de compensación para poder grabar los
compromisos de capital contraído por sus padres. Estas cámaras deben ser guardadas
en lujosas bolsas de valores o en portafolios de inversiones. En el ámbito
religioso, en los colegios privados se dejará de hablar de los diez
mandamientos y de cargas de conciencia, para asumir los conceptos de mandamientos
de pagos y carga fiscal.
Los
educandos se clasificarán de acuerdo a su coeficiente de capital y el tipo de
interés del mercado que depositen en cuentas sus estudios. Los alumnos no
presentarán exámenes, sino que mensualmente serán sometidos a estrictas
auditorias financieras y el promedio de notas será calculado por el índice Dow
Jones. Los que resulten aplazados, serán expulsados y considerados como parte
del Producto Interno Bruto (PIB) de la educación privada.
Las
calificaciones serán expedidas a través de notas bancarias emitidas por las
entidades mercantiles privadas. Al culminar sus estudios de secundaria, los
estudiantes no recibirán títulos de bachiller, sino Títulos de la Deuda Pública
Nacional o Certificados de Divisas.
Al cerrar
la rueda, los padres o clientes que logren sobrevivir a los años fiscales de
estudios de sus hijos inscritos en los colegios privados, se
graduarán Summa Cum Ladre en Economía Financiera Educativa.
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