EL BOLERO DE LA VIDA



Locutor: En este espacio que toca las fibras más profundas del corazón, voy a contarles un corrido muy mentado, la triste historia de un ranchero enamorado, que fue borracho, parrandero y jugador. Es la historia de un hombre y una mujer que, después de amarse, andan como el cóndor herido por los caminos de la vida, que no son como ellos pensaban, como se lo imaginaban y no encuentran la salida. Sin más preámbulos, les presentamos la radionovela “El Bolero de la Vida”, una historia de amor hecha canción.  

Él: Tun, tun.

            Ella: (Hace como si abriera una puerta): Adelante, quien quiera que sea que me está tocando las puertas del alma.

            Él: (Entra a la casa donde vive la mujer): Escúchame, aunque me duela el alma, yo necesito hablarte y así lo haré. 

Ella: La última noche que pasé contigo quisiera olvidarla, pero no he podido. La última noche que pasé contigo quisiera olvidarla por mi bien.

Él: Se te olvida, que me quieres a pesar de lo que dices, que llevamos en el alma cicatrices imposible de borrar.

Ella: ¿De qué manera te olvido? ¿De qué manera yo entierro este cariño que a diario atormenta mi corazón?

Él: Usted es la culpable de todas mis angustias y todos mis quebrantos

Ella: Eres como una espinita que se me ha clavado en el corazón. Suave que me estás matando, que estás acabando con mi juventud.

Él: Sombras nada más, entre tu vida y mi vida.

Ella: De ahora en adelante el amor no me interesa. Pasearé por todo el mundo mi dolor y mi tristeza.

Él: Por las cuatro esquinas hablan de los dos, que es un escándalo dicen y hasta me maldicen por darte mi amor.

Ella: Échame a mí la culpa de lo que lo pase. Sabes mejor que nadie que me fallaste, que lo que prometiste se te olvidó. Sabes a ciencia cierta que me engañaste.

            Él: Quisiera abrir lentamente mis venas, mi sangre toda verter a tus pies,  para poder demostrar que más no puedo amar y, entonces, morir después.

Ella: Ya no estás a mi lado, corazón. En el alma sólo tengo soledad.

Él: Lindo capullo alelí, si tu supieras mi dolor, correspondieras a mi amor y calmaras mi sufrir.

Ella: Te odio y te quiero, porque a ti te debo mis horas amargas, mis horas de  miel.

Él: Porque sé que de este golpe yo no voy a levantarme, y aunque yo no quisiera me voy a morir de amor.

            Ella: Ando volando bajo, mi amor está por los suelos.

            Él: No puedo verte triste porque me mata tu carita de pena, tu dulce amor. Me duele tanto el llanto que tú derramas, que se llena de angustia mi corazón.

            Ella: Si pretendes remover las ruinas que tu mismo hiciste, sólo cenizas hallarás de todo lo que fue mi amor.

            Él: Sueñas que eres muy hermosa, vives engañada. No tienes corazón, mi amor no vale nada.

Ella: Se te olvida que puedo hacerte mal si me decido, pues tu amor lo tengo muy comprometido, pero a la fuerza no será.

            Él: Me cansé de rogarle, me cansé de decirle que yo sin ella de pena muero. Ya no quiso escucharme y sus labios se abrieron para decirme: “Ya no te quiero”.

            Ella: Que seas feliz, es todo lo que pido en nuestra despedida.

Él: Partiré canturreando mis penas más tristes, le diré a todo el mundo lo que tu me quisiste. Y cuando nadie escuche mis canciones ya viejas, detendré mi camino en un pueblo lejano y allí moriré.

Ella: Ojalá que te vaya bonito, ojalá que se acabe la vida, que te digan que yo no existo.

            Él: Yo te juro que no volveré. Pero dime ¿qué me has dado vida mía, que ando triste noche y día rondando siempre tu esquina, mirando siempre tu casa? Noche de ronda, como me hiere y como lastima mi corazón.



Locutor: Cuando la tarde languidece renacen las sombras y en la quietud los cafetales vuelven a sentir la triste canción de amor de la vieja molienda, que en el letargo de la noche parece gemir... Escuche mañana, a esta misma hora, otro capítulo de la radionovela “El Bolero de la Vida”, una historia de amor hecha canción.    

                                                                           Vidal Chávez López






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